lunes, 29 de noviembre de 2010

Bambi


Érase una vez un bosque donde vivían muchos animales y donde todos eran muy amiguitos. Una mañana un pequeño conejo llamado Tambor fue a despertar al búho para ir a ver un pequeño cervatillo que acababa de nacer. Se reunieron todos los animalitos del bosque y fueron a conocer a Bambi, que así se llamaba el nuevo cervatillo. Todos se hicieron muy amigos de él y le fueron enseñando todo lo que había en el bosque: las flores, los ríos y los nombres de los distintos animales, pues para Bambi todo era desconocido.
Todos los días se juntaban en un claro del bosque para jugar. Una mañana, la mamá de Bambi lo llevó a ver a su padre que era el jefe de la manada de todos los ciervos y el encargado de vigilar y de cuidar de ellos. Cuando estaban los dos dando un paseo, oyeron ladridos de un perro. "¡Corre, corre Bambi! -dijo el padre- ponte a salvo". "¿Por qué, papi?", preguntó Bambi. Son los hombres y cada vez que vienen al bosque intentan cazarnos, cortan árboles, por eso cuando los oigas debes de huir y buscar refugio.
Pasaron los días y su padre le fue enseñando todo lo que debía de saber pues el día que él fuera muy mayor, Bambi sería el encargado de cuidar a la manada. Más tarde, Bambi conoció a una pequeña cervatilla que era muy muy guapa llamada Farina y de la que se enamoró enseguida. Un día que estaban jugando las dos oyeron los ladridos de un perro y Bambi pensó: "¡Son los hombres!", e intentó huir, pero cuando se dio cuenta el perro estaba tan cerca que no le quedó más remedio que enfrentarse a él para defender a Farina. Cuando ésta estuvo a salvo, trató de correr pero se encontró con un precipicio que tuvo que saltar, y al saltar, los cazadores le dispararon y Bambi quedó herido.
Pronto acudió su papá y todos sus amigos y le ayudaron a pasar el río, pues sólo una vez que lo cruzaran estarían a salvo de los hombres, cuando lo lograron le curaron las heridas y se puso bien muy pronto.
Pasado el tiempo, nuestro protagonista había crecido mucho. Ya era un adulto. Fue a ver a sus amigos y les costó trabajo reconocerlo pues había cambiado bastante y tenía unos cuernos preciosos. El búho ya estaba viejecito y Tambor se había casado con una conejita y tenían tres conejitos. Bambi se casó con Farina y tuvieron un pequeño cervatillo al que fueron a conocer todos los animalitos del bosque, igual que pasó cuando él nació. Vivieron todos muy felices y Bambi era ahora el encargado de cuidar de todos ellos, igual que antes lo hizo su papá, que ya era muy mayor para hacerlo.

FIN

lunes, 15 de noviembre de 2010

La vaca Nicolasa

Nicolasa, es una vaca alegre, no le gusta la lluvia, porque el día que llueve su amo no le deja salir del establo a jugar en el prado. Su amigo el cerdo Casimiro le hace compañía en sus juegos. Nicolasa es muy coqueta, y nada mas despertar se peina el rabo y se limpia las patitas y la cara con agua y jabón. Ha salido el sol, Nicolasa mueve el rabo muy contenta y sale disparada hacia el prado para oler la hierba fresca y tumbarse en ella. Es una vaca inquieta, no puede estar parada. Hasta cuando la ordeñan está moviéndose. ¡Nicolasita, preciosa no te muevas que vas a derramar la leche! dice: su amo. Se pasea por la granja, moviéndose como si fuera una modelo. ¡Es tan presumida!. Se baña en la charquita del río y después se mira en sus aguas, para ver lo guapa que está. Pero la pobre Nicolasa ha dado un tropezón y se ha caído de cabeza en el pequeño río. No puede salir y empieza a pedir ayuda a sus amigos. ¡Casimiro, Casimiro, ven por favor, que me ahogo! Casimiro muy preocupado, llamó al caballo Bruno, que se había quedado en el establo. ¡Ven pronto, ven pronto, Bruno, que la vaquita Nicolasa se está ahogando!. Bruno, corrió con sus ágiles patas, hasta llegar al río. Con la ayuda de los dos amigos, Nicolasa pudo salir de allí. ¡Me he dado un buen susto, la próxima vez tendré mas cuidado!. decía: Nicolasa. De vuelta en la granja, su amo la vió mojada y dijo: ¡Nicolasa, otra vez has tenido una aventura, mañana seguro que estarás un poquito resfriada!. Al día siguiente, la vaquita si, estaba resfriada, pero con el cariño y el cuidado de todos sus amigos se curó rápidamente.

lunes, 8 de noviembre de 2010


Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo:

- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.

El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo importante.

Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola prensencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días

lunes, 25 de octubre de 2010

Donde viven los Monstruos


Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en su monstruoso mundo. Hablaban y jugaban con los niños y les contaban cuentos por las noches. Pero un día, algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo, y uno se enfadó tanto que sus furiosos gritos hubieran asustado a cualquiera. Y entre todos los que quedaron terriblemente asustados, las letras más miedosas, como la L, la T y la D, salieron corriendo de aquel lugar. Como no dejaron de gritar, las demás letras también huyeron de allí, y cada vez se entendían menos las palabras de los monstruos. Finalmente, sólo se quedaron unas pocas letras valientes, como la G y la R , de forma que en el mundo de los monstruos no había forma de encontrar letras para conseguir decir algo distinto de " GRRR!!!", "AAAARG!!!" u "BUUUUH!!!". A partir de aquello, cada vez que iban a visitar a alguno de sus amigos los niños, terminaban asustándoles; y con el tiempo, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que sólo pensaban en comernos y asustarnos.

Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo. La niña, muy procupada, decidió hacerse cargo de ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa. Aquella era una niña especial, pues aún conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo que decía salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando gestos. Cuando aquella noche fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó la dulce voz del monstruo.


jueves, 17 de junio de 2010

Nuez de Oro


La linda María, hija del guardabosques, encontró un día una nuez de oro en medio del sendero.
-Veo que has encontrado mi nuez.
Devuélvemela -dijo una voz a su espalda.
María se volvió en redondo y fue a encontrarse frente a un ser diminuto, flaco, vestido con jubón carmesí y un puntiagudo gorro. Podría haber sido un niño por el tamaño, pero por la astucia de su rostro comprendió la niña que se trataba de un duendecillo.
-Vamos, devuelve la nuez a su dueño, el Duende de la Floresta -insistió, inclinándose con burla.
-Te la devolveré si sabes cuantos pliegues tiene en la corteza. De lo contrario me la quedaré, la venderé y podré comprar ropas para los niños pobres, porque el invierno es muy crudo.
-Déjame pensar..., ¡tiene mil ciento y un pliegues!
María los contó. ¡El duendecillo no se había equivocado! Con lágrimas en los ojos, le alargó la nuez.
-Guárdala -le dijo entonces el duende: tu generosidad me ha conmovido. Cuando necesites algo, pídeselo a la nuez de oro.
Sin más, el duendecillo desapareció.
Misteriosamente, la nuez de oro procuraba ropas y alimentos para todos los pobres de la comarca. Y como María nunca se separaba de ella, en adelante la llamaron con el encantador nombre de 'Nuez de Oro".



lunes, 1 de febrero de 2010

Blanca de los sueños

Hubo una vez en el reino de Morfeo, el señor de los sueños, una gran pelea entre los sueños ya que querían ser los favoritos de la reina Blanca, quién no sabía qué soñar. La reina Blanca gobernaba el pueblo de las bellas uñas y hace poco tiempo había fallecido su esposo, el rey Garras. Las brujas decían que la única posibilidad que la reina deje de llorar es que sueñe con algo realmente hermoso, pero nadie le decía exactamente qué, ni cómo hacerlo.

Una noche intentó soñar con Winie Pooh, pero no dio resultado porque el oso estaba ocupado jugando con Tigre en el bosque. A la noche siguiente intentó soñar con Bugs Bonny pero estaba divirtiéndose con Sam, el cazador y no quiso atender a los deseos de la reina. La reina Blanca lloraba cada vez más. Su llanto era tan salado que las rosas olían a azufre y el mar ya no era tan agradable como antes. La corte estaba preocupada, tenían que conseguir que la reina vuelva a sonreír, caso contrario pronto comerían sólo sal. Mientras tanto, en el reino de Morfeo aún no decidían qué sueño soñaría la reina.

El mar decía que era el mejor porque una aventura marina animaría el corazón de la reina. Las plantas decían que ellas eran las indicadas porque su aroma le agradaría. – Nosotros somos los perfectos-, decían los animales, - ¡¡ nosotros la divertiremos!!-. No, no, no decía el arco – iris, si sueña conmigo ella volará y será feliz, y así discutían unos y otros hasta que Morfeo decidió que la reina soñaría con todos ellos a la vez. Les pareció justa la decisión y esa noche, después de que la reina cerrara sus ojos apareció el mar y llevó a la reina en un submarino, ella se sumergió en un viaje sin fin en donde vio todas las maravillas de mar, vio un collar que brillaba pero no lo pudo coger. Después estuvo en una magnífica pradera, oculta detrás de los riscos del mar. Allí pudo apreciar el aroma de las flores y las plantas y pudo reírse mirando cómo los animales bailaban y saltaban para ella. Siguió caminando y descubrió una montaña muy bella, más bien se parecía a un nevado, pero con copos de nieve de chocolate, se le antojó comer y subió allá. Vio también que como corona tenía al arco – iris, se alegró mucho al verlo pues vestía los colores más preciosos que jamás haya visto. De la nada apareció Winie Pooh, quién le llevó a través del arco – iris hacia la olla de los tesoros. ¡Fue maravilloso! Soñó con mil y un aventuras, conoció la casa de Bugs y Mickey. ¡Hasta visitó a Alicia en el país de las maravillas! La reina se sintió complacida y a la mañana siguiente, cuando se despertó, su sonrisa de naranja se pintaba otra vez en su rostro. La corte podía estar tranquila, al fin.


publicado por Houda solhi.

el castillo de la verdad y de la mentira



Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el de la mentira. Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su castillo. Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira. Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes competían duramente porque el suyo fuera el mejor.

Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros, enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran más y más mentiras. Y como lo fueron consiguiendo, empezaron a tener muchos más ladrillos, y su palacio se fue haciendo más grande y espectacular.

Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se convirtió en una caja de papel. Poco después, otro ladrillo se convirtió en arena, y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. Y así, poco a poco, cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se desmoronó.

Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.

Ismael flor ramos